Estudio de Uniformidad de la Guardia Civil 1844-1886
Alfonso González Bolaños , Fernando Rivero Díaz , Jesualdo Moreno Pérez , Fernando Rivero DíazEs innegable que el II Duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón y Ezpeleta, compatibilizó perfectamente las necesidades reales del tiempo que le tocó vivir con una muy acertada visión de futuro. Su obra, la Guardia Civil, camino ya de dos siglos de existencia, es actualmente la institución de seguridad pública del Estado más antigua que existe en España así como la de mayor despliegue territorial y numérico, amén de su incuestionable prestigio nacional e internacional.
Entre las numerosas cuestiones trascendentales que tuvo claro para hacer grande, robusto y duradero al Cuerpo que nació con su impronta, siempre estuvo la uniformidad. Sabedor de que el uniforme es un símbolo de identidad corporativa que lo diferencia del resto, se preocupó no solo de que tuviera personalidad propia sino también de exigir su correcto y pulcro porte.
De hecho, cuando por Real Orden de 15 de abril de 1844 la Reina Isabel II le nombró, por conducto del Ministerio de la Guerra, como «Director de Organización» de la Guardia Civil, demostraría bien pronto la importancia que le daba a la uniformidad.
Dado que se le otorgaron facultades «para proponer las medidas que conduzcan a la más útil organización de esta fuerza en vista de los elementos que para ella puedan emplearse», redactó y presentó cinco días después un documento que denominó Bases necesarias para que un general pueda encargarse de la formación de la Guardia Civil.
Se trataba de exponer y fijar las líneas estratégicas, irrenunciables, para reformar y fortalecer las debilidades y vulnerabilidades que padecía el real decreto fundacional de 28 de marzo de 1844, dimanante del Ministerio de la Gobernación. Caso contrario la supervivencia del nuevo Cuerpo sería igual de efímera que la de aquellos que le habían precedido. Fruto de su aceptación en toda su extensión sería el Real Decreto de 13 de mayo siguiente, por el Ministerio de la Guerra, que pasaría a constituir la partida de nacimiento oficial del benemérito Instituto de la Guardia Civil.
De las siete bases o condiciones que presentó el Duque de Ahumada, la expuesta en segundo lugar decía: «Que este general ha de tener intervención en el vestuario que se ha de dar». En aquella época todavía no estaba generalizado el empleo del vocablo «uniforme» para designar el vestido peculiar y distintivo de los militares, siendo habitual utilizar el de «vestuario».
Tal y como definiría dos décadas más tarde el entonces coronel y futuro general de división de Ingenieros José Almirante y Torroella, en su insigne obra Diccionario militar etimológico, histórico, tecnológico, con vocabularios francés y alemán, editado en 1869 y distribuido a partir de 1874, por «vestuario» se seguía entendiendo el conjunto de prendas que vestía el soldado, llamándose en cambio «uniforme» cuando se refería a las llevadas por el oficial.
Hay que significar que realmente dicho autor no estaba precisamente muy conforme con tal distinción. De hecho, al tratar dicho vocablo concluía afirmando: «Se dice siempre uniforme de los oficiales, y vestuario de la tropa, como si este no fuese uniforme y sí aquel». Previamente había expuesto que, «en los buenos tiempos de la milicia romana, lo mismo que en los más famosos tercios españoles, vestían como las demás clases de la sociedad».
Proseguía asegurando: «Débese tener presente que esta diferencia proviene de que habiendo sido el vestuario de los oficiales uniforme antes que el de la tropa, continuamos diciendo impropiamente, como con toda propiedad entonces se decía: Vestuario de la tropa, uniforme de los oficiales». Con ello hacía suyo lo ya expuesto por otro insigne escritor militar, el coronel de Infantería Antonio Vallecillo y Luján, en su obra Comentarios históricos y eruditos a las ordenanzas militares, expedidas en 22 de Octubre de 1768, publicada en 1861.
A diferencia del espíritu crítico del coronel Almirante, que relegaba a un segundo plano la cuestión de la uniformidad, estaba el criterio de otro gran escritor militar, el teniente general Serafín María de Sotto Ab-Ach, III Conde de Clonard. Este, en obras como la magna de Historia orgánica de las armas de Infantería y Caballería desde la creación del ejército permanente hasta el día, constituida por dieciséis volúmenes publicados entre 1851 y 1862, así como el Álbum de la Infantería Española desde sus primitivos tiempos hasta el día y el Álbum de la Caballería Española desde sus primitivos tiempos hasta el día, ambas publicadas en 1861, puso en valor, apoyado por numerosísimas láminas a color de gran calidad, la relevancia que tenían los uniformes de diferentes épocas y unidades.
El Duque de Ahumada, a su vez, tenía muy claro lo importante que era dotar de una adecuada uniformidad a la nueva institución de seguridad pública y naturaleza militar. No en vano sería el primer rasgo de identidad corporativa que se visualizaría. Es por ello que, como condición previa al inicio de su andadura organizativa, quería ser quien pudiera proponer la uniformidad que portasen los hombres que iban a integrar el nuevo Cuerpo.
Y así fue. Propuso a la Reina Isabel II dos proyectos de uniforme, siendo finalmente aprobado el primero de ellos por Real Orden de 3 de junio de 1844, con la sola diferencia de que los guardias civiles de Infantería usasen la misma prenda de cabeza que los de Caballería. Que tan solo hubiera esa pequeña modificación da idea de lo estudiado y acertado que estuvo en la elección de la uniformidad propuesta, cuyo detalle de prendas vendría recogido mediante otra real orden dictada tan solo doce días después.
Una vez aprobada la uniformidad su siguiente preocupación en la materia sería el decoro y la corrección en su uso por todos los componentes, tanto en los actos de servicio como incluso en los más particulares o familiares, lo cual materializó ya en una primera Circular fechada el 5 de octubre de 1844.
También era consciente de que tanto el buen porte del uniforme como el perfecto estado de aseo de sus miembros eran dos factores que junto al comportamiento ejemplar, el no empleo de malas palabras, modos ni vejaciones, contribuirían a granjearse en gran medida el aprecio y respeto público. Todo ello lo recogería en su Circular de 16 de enero de 1845 que constituiría la cimentación sobre la que elaboraría la histórica Cartilla del Guardia Civil que ya ha cumplido 175 años.
Aprobada por la Reina Isabel II, por conducto del Ministerio de la Guerra en Real Orden de 20 de diciembre siguiente, fue bautizada como el catecismo del guardia civil, en palabras del coronel Eugenio de la Iglesia Carnicero, autor de la obra Reseña Histórica de la Guardia Civil. Desde la creación del Cuerpo hasta la revolución de 1868, publicada en 1898.
El Capítulo Primero de la Cartilla, relativo a las «Prevenciones generales para la obligación del Guardia Civil», que comienza con el artículo sacrosanto del benemérito Instituto que reza: «El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil», tiene dos artículos vinculados con la uniformidad. Se tratan del 9º: «Lo bien colocado de sus prendas y su limpieza personal, han de contribuir en gran parte a granjearle la consideración pública») y del 10º: «El desaliño en el vestir infunde desprecio». Con ambos, el Duque de Ahumada ponía en valor la trascendencia que tenía el correcto porte del uniforme como elemento de prestigio y respeto de la institución y de sus componentes.
Este breve pero muy interesante recorrido de los primeros pasos sobre la uniformidad de la Guardia Civil y la importancia que le dio el Duque de Ahumada, serán precisamente la línea de salida para un apasionante recorrido que el lector va a realizar a partir de la primera página de este primer libro, dedicado al periodo 1844-1886, que será seguido de otros hasta llegar a los tiempos actuales.
Los guías van a ser un formidable equipo de verdaderos devotos del benemérito Instituto, grandes expertos en la materia, que con un detalle y profundidad nunca conocidos hasta la fecha nos ilustrarán en la historia de su uniformidad a lo largo de los más de 175 años de su existencia.
En el proyecto inicial, dicho equipo comenzó integrado por dos personas que tienen unos conocimientos realmente extraordinarios en «uniformología» de la Guardia Civil: Alfonso González Bolaños y Jesualdo Moreno Pérez, hijos y nietos de guardias civiles, amén de pertenecer el segundo de ellos al benemérito Instituto. Se tratan de dos «uniformólogos» en toda regla, y no solo porque hayan asistido con aprovechamiento a cursos y jornadas sobre «uniformología», convocados por el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra.
Antes de proseguir hay que significar que si bien ni «uniformología» ni «uniformólogo» aparecen en el Diccionario de la Real Academia Española, se tratan, conforme al criterio de la misma, de dos voces válidas y correctamente formadas a partir del término «uniform(e)» y los elementos compositivos «–logía» y «–logo», respectivamente. El primero significa «tratado, estudio o ciencia», mientras que el segundo significa «persona versada» o «especialista» en lo que el elemento que le antecede indica.
Pues bien, tuve la fortuna de contar con la más que inestimable y altruista colaboración de ambos uniformólogos en dos proyectos muy interesantes, siendo entonces jefe de la Comandancia de Algeciras. Concretamente fue con ocasión de dos exposiciones que organizamos con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad y que tuvieron mucha repercusión en los medios de comunicación social de las provincias de Cádiz y Málaga. La primera fue en febrero de 2016 y conmemoraba el LXXV aniversario de la creación de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, establecida como consecuencia de la reconversión de la de Carabineros en aplicación de la Ley de 15 de marzo de 1940. La segunda fue en mayo de 2018 con motivo del CXL aniversario de la creación de la Comandancia de Carabineros de Algeciras en el Campo de Gibraltar, tras segregarse en 1878 de la de Cádiz, aprovechándose también para rendir homenaje al Servicio Fiscal de la Guardia Civil. Aunque se contó con aportaciones del Museo de la Dirección General de la Guardia Civil así de diversas personas y entidades, lo cierto es que sin la aportación de las colecciones particulares de Alfonso González y de Jesualdo Moreno, así como de su asesoramiento y trabajo en el montaje, no hubiera sido posible realizarlas.
Ambos cuentan en su haber, además de las ya citadas, con diversas exposiciones en diferentes localidades de las provincias de Almería, Jaén, Málaga, Murcia y Sevilla. Quienes han tenido la oportunidad de visitarlas han tenido el privilegio de conocer una de las colecciones privadas más importantes en uniformidad de la Guardia Civil.
Por otra parte hay que destacar que su pasión por la uniformología militar y policial en general y muy concretamente la del benemérito Instituto así como su constante afán por el estudio de la normativa que lo regula, les llevó a fundar la Asociación Bicornio, divulgación, uniformidad y asesoramiento, de la que son presidente y vicepresidente respectivamente. Dicha entidad, registrada en el Ministerio del Interior, tiene precisamente por finalidad fomentar la divulgación, el conocimiento e interés por la historia de la Guardia Civil en especial y de la historia militar y policial en general, así como la adquisición, estudio y conservación de uniformes, prendas de uniformidad, documentación y elementos relacionados con la Guardia Civil y las Unidades y Cuerpos militares y policiales tanto españoles como de otros países.
Estos dos uniformólogos además de poseer una importante y privilegiada colección particular, formada a costa de muchos sacrificios de su propio peculio, han sabido enriquecer y fortalecer su proyecto bibliográfico, organizando un magnífico equipo en el que han integrado al mismo nivel a un tercer coautor de gran valía,
Se trata de Fernando Rivero Díaz, antiguo caballero legionario y actual teniente del benemérito Instituto, colaborador habitual de la revista profesional Guardia Civil. Además de haber participado muy activamente en la redacción de los textos y en el minucioso estudio de la normativa sobre uniformidad, es el prestigioso autor de las ilustraciones que a todo color dan un muy importante valor añadido a esta obra. No solo se tratan de unos dibujos que han conllevado muchas horas en la elaboración del trabajo artístico, sino también muchas horas de estudio de la documentación obtenida, tras varios años de investigación y recopilación.
Hay que tener presente que del periodo que abarca esta primera obra apenas hay fotografías y ninguna de la etapa fundacional. La de mayor antigüedad que se conserva de un guardia civil fue realizada entre 1855 y 1857 por el ingeniero británico William Atkinson durante la construcción del ferrocarril entre la localidad cántabra de Reinosa y la palentina de Alar del Rey. Es por ello que son tan importantes las ilustraciones realizadas con todo detalle y esmero por Fernando Rivero. Estas complementan incluso con mayor minuciosidad y precisión las láminas que aparecieron en diversas publicaciones de la época, constituyendo el complemento ideal de los textos.
He de significar y destacar su generosa colaboración en la exposición conmemorativa que realizamos en Algeciras con motivo del CXL aniversario de la creación de su Comandancia de Carabineros. Fue el autor en los carteles y trípticos editados, de las reproducciones de los diferentes emblemas utilizados por dicho Cuerpo hasta su absorción por el de la Guardia Civil, en aplicación de la Ley de 15 de marzo de 1940.
Seguidamente, estos tres coautores han contado con el inestimable asesoramiento y colaboración, entre otros, de dos de los mayores expertos que hay en España sobre la materia y que cuentan con un sobresaliente prestigio muy consolidado desde hace muchos años. Se tratan de José Luis Calvo Pérez y Antonio Prieto Barrio. El primero, guardia civil en situación militar de retiro, es autor y coautor de numerosos libros y artículos sobre uniformología así como sobre banderas y condecoraciones. Su cualificado asesoramiento es un verdadero lujo del que también tuve el privilegio de disfrutar cuando hace unos años publiqué un libro sobre la historia de la bandera de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Puedo afirmar que se trata de un auténtico pozo de sabiduría que pone aún más en valor con su extremada sencillez y modestia.
El segundo, capitán de Ingenieros del Ejército, es también autor y coautor de numerosos libros y artículos, tanto sobre Militaria, destacando principalmente las condecoraciones en las que junto a José Luis Calvo es uno de los principales expertos españoles, como sobre historia militar. Entre estos últimos, mención especial merece por su vinculación con la Guardia Civil el dedicado a la Guardia Nacional Republicana, Cuerpo en el que se transformó en el bando gubernamental al inicio de la Guerra Civil. Son también muchos años de contar, siempre predispuesto, con su ilustrado asesoramiento en diversos trabajos de investigación. Al igual que en el caso de José Luis Calvo, puede afirmarse con absoluta rotundidad que ha sido un completo acierto contar con su asesoramiento.
En relación a la presente obra, primera de una extraordinaria colección, se trata sin duda alguna de lo mejor que se ha publicado hasta la fecha, no debiendo por lo tanto faltar en la biblioteca de todo experto, estudioso o aficionado sobre el benemérito Instituto en general y su uniformología en particular.
Para mejor ambientación y comprensión del lector, tanto del experto como del novel en la materia, se ha combinado muy adecuadamente el relato histórico sobre las principales vicisitudes organizativas del Cuerpo con la muy profusa y compleja normativa que se fue dictando sobre la uniformidad a emplear, complementada con el armamento reglamentario asignado.
Estructurado en tres capítulos, que van desde la etapa fundacional a partir de 1844 hasta 1886, se reproduce textual y cronológicamente las diferentes normas dictadas en cada periodo, perfectamente ilustradas a todo color para facilitar su conocimiento. Sobre ello hay que resaltar la complejidad, la dificultad y el mérito que ha entrañado su diseño y dibujo ya que se carece de fotografías de referencia y apenas se dispone de piezas originales de uniformidad y sus complementos, ni en el propio Museo de la Dirección General de la Guardia Civil ni en las colecciones particulares. En el caso de la uniformidad de Ultramar todavía es aún mucho más complicado al no haber retornado en su mayor parte las prendas allí usadas.
Dicha labor ha supuesto en muchas ocasiones un verdadero esfuerzo de interpretación y reflexión que con frecuencia se va haciendo en paralelo con el lector, dando incluso paso a compartir con complicidad posibles y variadas teorías ya que no se conocen piezas originales que hayan llegado hasta nuestros días.
Finalmente poner en valor también que además de la muy detallada y completa normativa sobre la uniformidad de Infantería y Caballería de la Guardia Civil, usada durante el periodo citado, tanto en territorio nacional como en los de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, se complementa la obra con un glosario de términos y la relación de inspectores y directores generales que ha tenido el Cuerpo en esas épocas.
En todo ello, tanto los dos uniformólogos, como el ilustrador y los dos expertos asesores, han tenido que emplearse muy a fondo, cada uno en su área, para ofrecer una obra de la calidad y la excelencia como la que el lector tiene en sus manos. Estoy convencido de que su lectura no defraudará y se convertirá en un magnífico libro de obligada y constante consulta.
Jesús Narciso Núñez Calvo
Coronel de la Guardia Civil
Doctor en Historia.
Es innegable que el II Duque de Ahumada, mariscal de campo Francisco Javier Girón y Ezpeleta, compatibilizó perfectamente las necesidades reales del tiempo que le tocó vivir con una muy acertada visión de futuro. Su obra, la Guardia Civil, camino ya de dos siglos de existencia, es actualmente la institución de seguridad pública del Estado más antigua que existe en España así como la de mayor despliegue territorial y numérico, amén de su incuestionable prestigio nacional e internacional.
Entre las numerosas cuestiones trascendentales que tuvo claro para hacer grande, robusto y duradero al Cuerpo que nació con su impronta, siempre estuvo la uniformidad. Sabedor de que el uniforme es un símbolo de identidad corporativa que lo diferencia del resto, se preocupó no solo de que tuviera personalidad propia sino también de exigir su correcto y pulcro porte.
De hecho, cuando por Real Orden de 15 de abril de 1844 la Reina Isabel II le nombró, por conducto del Ministerio de la Guerra, como «Director de Organización» de la Guardia Civil, demostraría bien pronto la importancia que le daba a la uniformidad.
Dado que se le otorgaron facultades «para proponer las medidas que conduzcan a la más útil organización de esta fuerza en vista de los elementos que para ella puedan emplearse», redactó y presentó cinco días después un documento que denominó Bases necesarias para que un general pueda encargarse de la formación de la Guardia Civil.
Se trataba de exponer y fijar las líneas estratégicas, irrenunciables, para reformar y fortalecer las debilidades y vulnerabilidades que padecía el real decreto fundacional de 28 de marzo de 1844, dimanante del Ministerio de la Gobernación. Caso contrario la supervivencia del nuevo Cuerpo sería igual de efímera que la de aquellos que le habían precedido. Fruto de su aceptación en toda su extensión sería el Real Decreto de 13 de mayo siguiente, por el Ministerio de la Guerra, que pasaría a constituir la partida de nacimiento oficial del benemérito Instituto de la Guardia Civil.
De las siete bases o condiciones que presentó el Duque de Ahumada, la expuesta en segundo lugar decía: «Que este general ha de tener intervención en el vestuario que se ha de dar». En aquella época todavía no estaba generalizado el empleo del vocablo «uniforme» para designar el vestido peculiar y distintivo de los militares, siendo habitual utilizar el de «vestuario».
Tal y como definiría dos décadas más tarde el entonces coronel y futuro general de división de Ingenieros José Almirante y Torroella, en su insigne obra Diccionario militar etimológico, histórico, tecnológico, con vocabularios francés y alemán, editado en 1869 y distribuido a partir de 1874, por «vestuario» se seguía entendiendo el conjunto de prendas que vestía el soldado, llamándose en cambio «uniforme» cuando se refería a las llevadas por el oficial.
Hay que significar que realmente dicho autor no estaba precisamente muy conforme con tal distinción. De hecho, al tratar dicho vocablo concluía afirmando: «Se dice siempre uniforme de los oficiales, y vestuario de la tropa, como si este no fuese uniforme y sí aquel». Previamente había expuesto que, «en los buenos tiempos de la milicia romana, lo mismo que en los más famosos tercios españoles, vestían como las demás clases de la sociedad».
Proseguía asegurando: «Débese tener presente que esta diferencia proviene de que habiendo sido el vestuario de los oficiales uniforme antes que el de la tropa, continuamos diciendo impropiamente, como con toda propiedad entonces se decía: Vestuario de la tropa, uniforme de los oficiales». Con ello hacía suyo lo ya expuesto por otro insigne escritor militar, el coronel de Infantería Antonio Vallecillo y Luján, en su obra Comentarios históricos y eruditos a las ordenanzas militares, expedidas en 22 de Octubre de 1768, publicada en 1861.
A diferencia del espíritu crítico del coronel Almirante, que relegaba a un segundo plano la cuestión de la uniformidad, estaba el criterio de otro gran escritor militar, el teniente general Serafín María de Sotto Ab-Ach, III Conde de Clonard. Este, en obras como la magna de Historia orgánica de las armas de Infantería y Caballería desde la creación del ejército permanente hasta el día, constituida por dieciséis volúmenes publicados entre 1851 y 1862, así como el Álbum de la Infantería Española desde sus primitivos tiempos hasta el día y el Álbum de la Caballería Española desde sus primitivos tiempos hasta el día, ambas publicadas en 1861, puso en valor, apoyado por numerosísimas láminas a color de gran calidad, la relevancia que tenían los uniformes de diferentes épocas y unidades.
El Duque de Ahumada, a su vez, tenía muy claro lo importante que era dotar de una adecuada uniformidad a la nueva institución de seguridad pública y naturaleza militar. No en vano sería el primer rasgo de identidad corporativa que se visualizaría. Es por ello que, como condición previa al inicio de su andadura organizativa, quería ser quien pudiera proponer la uniformidad que portasen los hombres que iban a integrar el nuevo Cuerpo.
Y así fue. Propuso a la Reina Isabel II dos proyectos de uniforme, siendo finalmente aprobado el primero de ellos por Real Orden de 3 de junio de 1844, con la sola diferencia de que los guardias civiles de Infantería usasen la misma prenda de cabeza que los de Caballería. Que tan solo hubiera esa pequeña modificación da idea de lo estudiado y acertado que estuvo en la elección de la uniformidad propuesta, cuyo detalle de prendas vendría recogido mediante otra real orden dictada tan solo doce días después.
Una vez aprobada la uniformidad su siguiente preocupación en la materia sería el decoro y la corrección en su uso por todos los componentes, tanto en los actos de servicio como incluso en los más particulares o familiares, lo cual materializó ya en una primera Circular fechada el 5 de octubre de 1844.
También era consciente de que tanto el buen porte del uniforme como el perfecto estado de aseo de sus miembros eran dos factores que junto al comportamiento ejemplar, el no empleo de malas palabras, modos ni vejaciones, contribuirían a granjearse en gran medida el aprecio y respeto público. Todo ello lo recogería en su Circular de 16 de enero de 1845 que constituiría la cimentación sobre la que elaboraría la histórica Cartilla del Guardia Civil que ya ha cumplido 175 años.
Aprobada por la Reina Isabel II, por conducto del Ministerio de la Guerra en Real Orden de 20 de diciembre siguiente, fue bautizada como el catecismo del guardia civil, en palabras del coronel Eugenio de la Iglesia Carnicero, autor de la obra Reseña Histórica de la Guardia Civil. Desde la creación del Cuerpo hasta la revolución de 1868, publicada en 1898.
El Capítulo Primero de la Cartilla, relativo a las «Prevenciones generales para la obligación del Guardia Civil», que comienza con el artículo sacrosanto del benemérito Instituto que reza: «El honor ha de ser la principal divisa del Guardia Civil», tiene dos artículos vinculados con la uniformidad. Se tratan del 9º: «Lo bien colocado de sus prendas y su limpieza personal, han de contribuir en gran parte a granjearle la consideración pública») y del 10º: «El desaliño en el vestir infunde desprecio». Con ambos, el Duque de Ahumada ponía en valor la trascendencia que tenía el correcto porte del uniforme como elemento de prestigio y respeto de la institución y de sus componentes.
Este breve pero muy interesante recorrido de los primeros pasos sobre la uniformidad de la Guardia Civil y la importancia que le dio el Duque de Ahumada, serán precisamente la línea de salida para un apasionante recorrido que el lector va a realizar a partir de la primera página de este primer libro, dedicado al periodo 1844-1886, que será seguido de otros hasta llegar a los tiempos actuales.
Los guías van a ser un formidable equipo de verdaderos devotos del benemérito Instituto, grandes expertos en la materia, que con un detalle y profundidad nunca conocidos hasta la fecha nos ilustrarán en la historia de su uniformidad a lo largo de los más de 175 años de su existencia.
En el proyecto inicial, dicho equipo comenzó integrado por dos personas que tienen unos conocimientos realmente extraordinarios en «uniformología» de la Guardia Civil: Alfonso González Bolaños y Jesualdo Moreno Pérez, hijos y nietos de guardias civiles, amén de pertenecer el segundo de ellos al benemérito Instituto. Se tratan de dos «uniformólogos» en toda regla, y no solo porque hayan asistido con aprovechamiento a cursos y jornadas sobre «uniformología», convocados por el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra.
Antes de proseguir hay que significar que si bien ni «uniformología» ni «uniformólogo» aparecen en el Diccionario de la Real Academia Española, se tratan, conforme al criterio de la misma, de dos voces válidas y correctamente formadas a partir del término «uniform(e)» y los elementos compositivos «–logía» y «–logo», respectivamente. El primero significa «tratado, estudio o ciencia», mientras que el segundo significa «persona versada» o «especialista» en lo que el elemento que le antecede indica.
Pues bien, tuve la fortuna de contar con la más que inestimable y altruista colaboración de ambos uniformólogos en dos proyectos muy interesantes, siendo entonces jefe de la Comandancia de Algeciras. Concretamente fue con ocasión de dos exposiciones que organizamos con la colaboración del Ayuntamiento de la ciudad y que tuvieron mucha repercusión en los medios de comunicación social de las provincias de Cádiz y Málaga. La primera fue en febrero de 2016 y conmemoraba el LXXV aniversario de la creación de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, establecida como consecuencia de la reconversión de la de Carabineros en aplicación de la Ley de 15 de marzo de 1940. La segunda fue en mayo de 2018 con motivo del CXL aniversario de la creación de la Comandancia de Carabineros de Algeciras en el Campo de Gibraltar, tras segregarse en 1878 de la de Cádiz, aprovechándose también para rendir homenaje al Servicio Fiscal de la Guardia Civil. Aunque se contó con aportaciones del Museo de la Dirección General de la Guardia Civil así de diversas personas y entidades, lo cierto es que sin la aportación de las colecciones particulares de Alfonso González y de Jesualdo Moreno, así como de su asesoramiento y trabajo en el montaje, no hubiera sido posible realizarlas.
Ambos cuentan en su haber, además de las ya citadas, con diversas exposiciones en diferentes localidades de las provincias de Almería, Jaén, Málaga, Murcia y Sevilla. Quienes han tenido la oportunidad de visitarlas han tenido el privilegio de conocer una de las colecciones privadas más importantes en uniformidad de la Guardia Civil.
Por otra parte hay que destacar que su pasión por la uniformología militar y policial en general y muy concretamente la del benemérito Instituto así como su constante afán por el estudio de la normativa que lo regula, les llevó a fundar la Asociación Bicornio, divulgación, uniformidad y asesoramiento, de la que son presidente y vicepresidente respectivamente. Dicha entidad, registrada en el Ministerio del Interior, tiene precisamente por finalidad fomentar la divulgación, el conocimiento e interés por la historia de la Guardia Civil en especial y de la historia militar y policial en general, así como la adquisición, estudio y conservación de uniformes, prendas de uniformidad, documentación y elementos relacionados con la Guardia Civil y las Unidades y Cuerpos militares y policiales tanto españoles como de otros países.
Estos dos uniformólogos además de poseer una importante y privilegiada colección particular, formada a costa de muchos sacrificios de su propio peculio, han sabido enriquecer y fortalecer su proyecto bibliográfico, organizando un magnífico equipo en el que han integrado al mismo nivel a un tercer coautor de gran valía,
Se trata de Fernando Rivero Díaz, antiguo caballero legionario y actual teniente del benemérito Instituto, colaborador habitual de la revista profesional Guardia Civil. Además de haber participado muy activamente en la redacción de los textos y en el minucioso estudio de la normativa sobre uniformidad, es el prestigioso autor de las ilustraciones que a todo color dan un muy importante valor añadido a esta obra. No solo se tratan de unos dibujos que han conllevado muchas horas en la elaboración del trabajo artístico, sino también muchas horas de estudio de la documentación obtenida, tras varios años de investigación y recopilación.
Hay que tener presente que del periodo que abarca esta primera obra apenas hay fotografías y ninguna de la etapa fundacional. La de mayor antigüedad que se conserva de un guardia civil fue realizada entre 1855 y 1857 por el ingeniero británico William Atkinson durante la construcción del ferrocarril entre la localidad cántabra de Reinosa y la palentina de Alar del Rey. Es por ello que son tan importantes las ilustraciones realizadas con todo detalle y esmero por Fernando Rivero. Estas complementan incluso con mayor minuciosidad y precisión las láminas que aparecieron en diversas publicaciones de la época, constituyendo el complemento ideal de los textos.
He de significar y destacar su generosa colaboración en la exposición conmemorativa que realizamos en Algeciras con motivo del CXL aniversario de la creación de su Comandancia de Carabineros. Fue el autor en los carteles y trípticos editados, de las reproducciones de los diferentes emblemas utilizados por dicho Cuerpo hasta su absorción por el de la Guardia Civil, en aplicación de la Ley de 15 de marzo de 1940.
Seguidamente, estos tres coautores han contado con el inestimable asesoramiento y colaboración, entre otros, de dos de los mayores expertos que hay en España sobre la materia y que cuentan con un sobresaliente prestigio muy consolidado desde hace muchos años. Se tratan de José Luis Calvo Pérez y Antonio Prieto Barrio. El primero, guardia civil en situación militar de retiro, es autor y coautor de numerosos libros y artículos sobre uniformología así como sobre banderas y condecoraciones. Su cualificado asesoramiento es un verdadero lujo del que también tuve el privilegio de disfrutar cuando hace unos años publiqué un libro sobre la historia de la bandera de la Comandancia de la Guardia Civil de Cádiz. Puedo afirmar que se trata de un auténtico pozo de sabiduría que pone aún más en valor con su extremada sencillez y modestia.
El segundo, capitán de Ingenieros del Ejército, es también autor y coautor de numerosos libros y artículos, tanto sobre Militaria, destacando principalmente las condecoraciones en las que junto a José Luis Calvo es uno de los principales expertos españoles, como sobre historia militar. Entre estos últimos, mención especial merece por su vinculación con la Guardia Civil el dedicado a la Guardia Nacional Republicana, Cuerpo en el que se transformó en el bando gubernamental al inicio de la Guerra Civil. Son también muchos años de contar, siempre predispuesto, con su ilustrado asesoramiento en diversos trabajos de investigación. Al igual que en el caso de José Luis Calvo, puede afirmarse con absoluta rotundidad que ha sido un completo acierto contar con su asesoramiento.
En relación a la presente obra, primera de una extraordinaria colección, se trata sin duda alguna de lo mejor que se ha publicado hasta la fecha, no debiendo por lo tanto faltar en la biblioteca de todo experto, estudioso o aficionado sobre el benemérito Instituto en general y su uniformología en particular.
Para mejor ambientación y comprensión del lector, tanto del experto como del novel en la materia, se ha combinado muy adecuadamente el relato histórico sobre las principales vicisitudes organizativas del Cuerpo con la muy profusa y compleja normativa que se fue dictando sobre la uniformidad a emplear, complementada con el armamento reglamentario asignado.
Estructurado en tres capítulos, que van desde la etapa fundacional a partir de 1844 hasta 1886, se reproduce textual y cronológicamente las diferentes normas dictadas en cada periodo, perfectamente ilustradas a todo color para facilitar su conocimiento. Sobre ello hay que resaltar la complejidad, la dificultad y el mérito que ha entrañado su diseño y dibujo ya que se carece de fotografías de referencia y apenas se dispone de piezas originales de uniformidad y sus complementos, ni en el propio Museo de la Dirección General de la Guardia Civil ni en las colecciones particulares. En el caso de la uniformidad de Ultramar todavía es aún mucho más complicado al no haber retornado en su mayor parte las prendas allí usadas.
Dicha labor ha supuesto en muchas ocasiones un verdadero esfuerzo de interpretación y reflexión que con frecuencia se va haciendo en paralelo con el lector, dando incluso paso a compartir con complicidad posibles y variadas teorías ya que no se conocen piezas originales que hayan llegado hasta nuestros días.
Finalmente poner en valor también que además de la muy detallada y completa normativa sobre la uniformidad de Infantería y Caballería de la Guardia Civil, usada durante el periodo citado, tanto en territorio nacional como en los de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, se complementa la obra con un glosario de términos y la relación de inspectores y directores generales que ha tenido el Cuerpo en esas épocas.
En todo ello, tanto los dos uniformólogos, como el ilustrador y los dos expertos asesores, han tenido que emplearse muy a fondo, cada uno en su área, para ofrecer una obra de la calidad y la excelencia como la que el lector tiene en sus manos. Estoy convencido de que su lectura no defraudará y se convertirá en un magnífico libro de obligada y constante consulta.
Jesús Narciso Núñez Calvo
Coronel de la Guardia Civil
Doctor en Historia.
La asociación BICORNIO presenta en este volumen un exhaustivo estudio versado en los aspectos generales de la uniformidad de la Guardia Civil que, durante años, han realizado sus autores de forma abnegada e intentando obtener un trabajo lo más impecable posible.
Es tal su profundidad que tan sólo un periodo de 22 años abarca algo más de 300 páginas, siendo, por tanto, una obra exclusiva e inédita de sumo interés que, además, cuenta con la colaboración de las voces más reputadas en la materia objeto de estudio, desde el prólogo a la última página.
Lo que parecía una empresa de difícil acometividad se plasma hoy en una extraordinaria obra de obligada consulta para todo interesado en conocer con detalle cualquier aspecto de la uniformidad de un Cuerpo tan señero como el de la Guardia Civil.
- Escritor
- Alfonso González Bolaños
- Escritor
- Fernando Rivero Díaz
- Escritor
- Jesualdo Moreno Pérez
- Ilustrador
- Fernando Rivero Díaz
- Materia
- (G) Consulta, información y materias interdisciplinarios
- Idioma
- Castellano
- EAN
- 9788412207460
- ISBN
- 978-84-1 22074-6-0
- Páginas
- 336
- Ancho
- 16 cm
- Alto
- 24 cm
- Edición
- 1
- Nivel de lectura
- Lectura de Estudio
- Fecha publicación
- 20-05-2021