Del rojo al negro, sin escalas
Mara MarleyPrólogo de ENRIQUE BROSSA
Escritor. Director en Desafíos Literarios y Taller de relatos.
Un día conocí a una nueva escritora interesada en acceder a mi taller literario. Para saber cuál era su nivel, le pedí que me pasase alguno de sus trabajos. Fue empezar a revisarlos y tropecé con algo que me hizo gracia. ¡Pues no estaba mal! Seguí buscando textos, ya más por interés en leer algo parecido que por terminar de catalogarla. El resultado fue que estuve sonriendo todo el tiempo. Era divertida, fluida, muy amena. Pensé que se trataba de una mujer con mucha personalidad, con criterios propios, dispuesta a saltarse algunos esquemas. La imaginé demasiado individualista y quizá indisciplinada a la hora de escribir. Sin embargo, pronto empezó a escribir con regularidad.
Con el tiempo, Mara Marley se hizo columnista de nuestra web. Su columna se llamó El alma de Marley. Algunos relatos que van a aparecer a continuación son el fruto de aquella época, divertida y mágica, en parte gracias a ella. En cierta ocasión me dijo: «Esto es tan bonito que tiene que acabar en tragedia». Mara Marley va desparramando frases y anécdotas difíciles de olvidar, que te dejan el eco de varias lecturas posibles. Demostró tener un gancho especial en todo lo que estaba publicando. Sus relatos siempre eran especiales, originales, creativos, casi siempre con mucha gracia… La gente seguía sus textos, era un hecho.
Pero había más aspectos que me sorprendían. De pronto salía de su entorno habitual, próximo a la parodia de algunas escenas conocidas de la literatura y el cine y entonces era aún mejor. Me desconcertaba cómo captaba algunos pensamientos, algunas ideas que parecían sutiles y se ponía, sin pretenderlo, por encima de ellas. No es una mera cuestión de ingenio, o de chispa, aunque tenga mucha. Mara Marley es inteligente. Dentro de lo que yo entiendo que es ser inteligente, es una mujer muy inteligente. Puede que ella tenga una vaga conciencia de ello, pero desconoce el verdadero valor de sus neuronas. Yo no entendería que alguien no se diera cuenta. Todas las personas son excepcionales, pero Marley es mucho más excepcional. De sus valores personales y humanos no encuentro apropiado para un prólogo incidir más. Pero para que el lector no se quede con la curiosidad, diré que también es extraordinaria en esta vertiente de su personalidad. Hay sin duda una gran persona escondida tras los textos de una mujer divertida e ingeniosa.
En Marley no hay una verdadera escritora. Hay un par de docenas de verdaderos escritores, porque es capaz de captar los más diversos estilos y bordarlos. Lo que no logra jamás Marley es dejar de sorprendernos, unas veces con su humor disparatado, otras con su seriedad. Tiene un talento natural privilegiado. Tiene sensibilidad. Posee ese buen oído, que es la mejor herramienta para escribir bien. Y una facilidad que impresiona para captar pautas estéticas diversas y narrar desde dentro de ese mundo con soltura y profundidad. Se ponga en el campo que se ponga, puede ser la primera. ¿Os imagináis lo que podría ser leer una novela entera de Marley, en cualquiera de las muchas voces que podría abordar? Puede hacer lo que ella quiera con su capacidad. Pero no le voy a instar a que haga algo especial. No le voy a pedir que se siga superando, ni soy quién para hacerlo. Solo le recomendaré que no se preocupe de nada, que siga igual, escribiendo por placer, y lo demás llegará solo, porque tarde o temprano todos se rendirán ante la evidencia, aunque a ella ese reconocimiento no le importe nada.
No puedo dejar de recomendar su erotismo simpático e impecable, irreprochable, pero eficaz, de su Obsesión, bergamota y cayena picante. También te cautiva ese mismo erotismo suave, pero contundente a la vez, en sus relatos de terror. Pareces estar viendo un Drácula de película en blanco y negro cuando de pronto vuelve al tiempo actual de modo imprevisible, como en Animales nocturnos.
Otras veces habla de amor de verdad, con una especie de pasión serena: «Su historia no se trataba de una fantasía, ninguno de los dos idolatraba al otro por encima de su realidad». Conmueve con estas simples verdades normales y no con ese romanticismo tremendista y barato que tanto factura hoy día. Pero no te fíes de ella, lector incauto. Cuando menos te lo esperes saltará el dislate y te arrancará una carcajada antes de que puedas percatarte.
También hay ciertas alegorías poéticas como las de El efecto Coriolis en la que nos habla de un faro y la tormenta… No todos van a saber interpretar este texto, pero cualquiera puede reconocer y disfrutar de la belleza de sus palabras. Y qué bonita la historia que escribió dedicada a los coautores del libro El año en que escribimos peligrosamente, del que ella misma formó parte. Me he sentido reflejado en ese soñador que soñaba con reunir soñadores, En el país de los cuerdos, el loco es el rey.
En fin, sería una torpeza ir comentando cada texto de este libro, como en esas presentaciones tan soporíferas de obras, en las que se habla durante minutos que parecen interminables años, sobre un libro que los asistentes no han leído todavía. Solo quiero dar a entender como sucede misteriosamente que, en cada relato de esta autora, hay una ventana mágica por donde escapar del aburrimiento, sin que nadie te vea salir por la puerta. Se puede saltar a una noche llena de estrellas y de guiños; de cuerpos turgentes y de bellas palabras; de ironías a lo convencional sin acidez, de sorpresas, emociones y también pensamientos sensatos y agudos.
He dejado para el final eso tan manido de decir que es un honor para mí prologar este libro. Siempre lo es, por supuesto, y en este caso además es una gran alegría, un verdadero disfrute para mí, el que siento redescubriendo los textos de esta autora siempre joven y hasta niña en determinados momentos, pero sensata y profunda en sus emociones y certera en sus pensamientos. Rigurosa en sus palabras, ágil en su ritmo, fluida, chispeante, original, espontánea, atrevida, casi procaz, divertida, franca y pícara a la vez. He disfrutado leyendo sus textos, empecé pensando en leer uno y no encontraba el momento de parar. He estado en todo momento concentrado en sus imágenes, con una sonrisa de satisfacción fija en mi cara, que como saben muchos que me conocen, tiende a permanecer por lo general, estólida.
Mara, lo tuyo se llama talento. Si este es el libro de tus primeros relatos, no puedo ni imaginar lo felices que nos vas a hacer con tu tercera o cuarta obra.
Señores lectores. Me quedaría con vosotros durante todo el libro para poder comentar juntos si os habéis reído como yo con tal o cual cosa, pero los prólogos deben tener dos importantes cualidades. Una es la virtud de acabarse razonablemente pronto y la otra la de dar paso a la obra que sí que se desea leer. Pero si nos vemos un día, me contaréis qué os han parecido estos relatos, ¿verdad?
Prólogo de ENRIQUE BROSSA
Escritor. Director en Desafíos Literarios y Taller de relatos.
Un día conocí a una nueva escritora interesada en acceder a mi taller literario. Para saber cuál era su nivel, le pedí que me pasase alguno de sus trabajos. Fue empezar a revisarlos y tropecé con algo que me hizo gracia. ¡Pues no estaba mal! Seguí buscando textos, ya más por interés en leer algo parecido que por terminar de catalogarla. El resultado fue que estuve sonriendo todo el tiempo. Era divertida, fluida, muy amena. Pensé que se trataba de una mujer con mucha personalidad, con criterios propios, dispuesta a saltarse algunos esquemas. La imaginé demasiado individualista y quizá indisciplinada a la hora de escribir. Sin embargo, pronto empezó a escribir con regularidad.
Con el tiempo, Mara Marley se hizo columnista de nuestra web. Su columna se llamó El alma de Marley. Algunos relatos que van a aparecer a continuación son el fruto de aquella época, divertida y mágica, en parte gracias a ella. En cierta ocasión me dijo: «Esto es tan bonito que tiene que acabar en tragedia». Mara Marley va desparramando frases y anécdotas difíciles de olvidar, que te dejan el eco de varias lecturas posibles. Demostró tener un gancho especial en todo lo que estaba publicando. Sus relatos siempre eran especiales, originales, creativos, casi siempre con mucha gracia… La gente seguía sus textos, era un hecho.
Pero había más aspectos que me sorprendían. De pronto salía de su entorno habitual, próximo a la parodia de algunas escenas conocidas de la literatura y el cine y entonces era aún mejor. Me desconcertaba cómo captaba algunos pensamientos, algunas ideas que parecían sutiles y se ponía, sin pretenderlo, por encima de ellas. No es una mera cuestión de ingenio, o de chispa, aunque tenga mucha. Mara Marley es inteligente. Dentro de lo que yo entiendo que es ser inteligente, es una mujer muy inteligente. Puede que ella tenga una vaga conciencia de ello, pero desconoce el verdadero valor de sus neuronas. Yo no entendería que alguien no se diera cuenta. Todas las personas son excepcionales, pero Marley es mucho más excepcional. De sus valores personales y humanos no encuentro apropiado para un prólogo incidir más. Pero para que el lector no se quede con la curiosidad, diré que también es extraordinaria en esta vertiente de su personalidad. Hay sin duda una gran persona escondida tras los textos de una mujer divertida e ingeniosa.
En Marley no hay una verdadera escritora. Hay un par de docenas de verdaderos escritores, porque es capaz de captar los más diversos estilos y bordarlos. Lo que no logra jamás Marley es dejar de sorprendernos, unas veces con su humor disparatado, otras con su seriedad. Tiene un talento natural privilegiado. Tiene sensibilidad. Posee ese buen oído, que es la mejor herramienta para escribir bien. Y una facilidad que impresiona para captar pautas estéticas diversas y narrar desde dentro de ese mundo con soltura y profundidad. Se ponga en el campo que se ponga, puede ser la primera. ¿Os imagináis lo que podría ser leer una novela entera de Marley, en cualquiera de las muchas voces que podría abordar? Puede hacer lo que ella quiera con su capacidad. Pero no le voy a instar a que haga algo especial. No le voy a pedir que se siga superando, ni soy quién para hacerlo. Solo le recomendaré que no se preocupe de nada, que siga igual, escribiendo por placer, y lo demás llegará solo, porque tarde o temprano todos se rendirán ante la evidencia, aunque a ella ese reconocimiento no le importe nada.
No puedo dejar de recomendar su erotismo simpático e impecable, irreprochable, pero eficaz, de su Obsesión, bergamota y cayena picante. También te cautiva ese mismo erotismo suave, pero contundente a la vez, en sus relatos de terror. Pareces estar viendo un Drácula de película en blanco y negro cuando de pronto vuelve al tiempo actual de modo imprevisible, como en Animales nocturnos.
Otras veces habla de amor de verdad, con una especie de pasión serena: «Su historia no se trataba de una fantasía, ninguno de los dos idolatraba al otro por encima de su realidad». Conmueve con estas simples verdades normales y no con ese romanticismo tremendista y barato que tanto factura hoy día. Pero no te fíes de ella, lector incauto. Cuando menos te lo esperes saltará el dislate y te arrancará una carcajada antes de que puedas percatarte.
También hay ciertas alegorías poéticas como las de El efecto Coriolis en la que nos habla de un faro y la tormenta… No todos van a saber interpretar este texto, pero cualquiera puede reconocer y disfrutar de la belleza de sus palabras. Y qué bonita la historia que escribió dedicada a los coautores del libro El año en que escribimos peligrosamente, del que ella misma formó parte. Me he sentido reflejado en ese soñador que soñaba con reunir soñadores, En el país de los cuerdos, el loco es el rey.
En fin, sería una torpeza ir comentando cada texto de este libro, como en esas presentaciones tan soporíferas de obras, en las que se habla durante minutos que parecen interminables años, sobre un libro que los asistentes no han leído todavía. Solo quiero dar a entender como sucede misteriosamente que, en cada relato de esta autora, hay una ventana mágica por donde escapar del aburrimiento, sin que nadie te vea salir por la puerta. Se puede saltar a una noche llena de estrellas y de guiños; de cuerpos turgentes y de bellas palabras; de ironías a lo convencional sin acidez, de sorpresas, emociones y también pensamientos sensatos y agudos.
He dejado para el final eso tan manido de decir que es un honor para mí prologar este libro. Siempre lo es, por supuesto, y en este caso además es una gran alegría, un verdadero disfrute para mí, el que siento redescubriendo los textos de esta autora siempre joven y hasta niña en determinados momentos, pero sensata y profunda en sus emociones y certera en sus pensamientos. Rigurosa en sus palabras, ágil en su ritmo, fluida, chispeante, original, espontánea, atrevida, casi procaz, divertida, franca y pícara a la vez. He disfrutado leyendo sus textos, empecé pensando en leer uno y no encontraba el momento de parar. He estado en todo momento concentrado en sus imágenes, con una sonrisa de satisfacción fija en mi cara, que como saben muchos que me conocen, tiende a permanecer por lo general, estólida.
Mara, lo tuyo se llama talento. Si este es el libro de tus primeros relatos, no puedo ni imaginar lo felices que nos vas a hacer con tu tercera o cuarta obra.
Señores lectores. Me quedaría con vosotros durante todo el libro para poder comentar juntos si os habéis reído como yo con tal o cual cosa, pero los prólogos deben tener dos importantes cualidades. Una es la virtud de acabarse razonablemente pronto y la otra la de dar paso a la obra que sí que se desea leer. Pero si nos vemos un día, me contaréis qué os han parecido estos relatos, ¿verdad?
Te presento una colección de 40 relatos imprevisibles. Cuarenta historias a todo color y hasta en blanco y negro. Hay una línea casi imperceptible que los separa por colores y sensaciones. Vas a reír y vas a llorar. Pero también podrás enamorarte de todos y cada uno de sus protagonistas, porque se trata de personajes sencillos, de soñadores románticos, de ingeniosos filósofos o de perversos y entrañables psicópatas. Todos aman y necesitan ser amados. Aunque cada uno lo viva a su manera. La vida contiene un amplio espectro de colores, pero existen tres que son elementales para mí... El Rojo, símbolo de la pasión y la sangre, del dolor o la emoción. El Violeta, que nos hace evocar desde los más deliciosos perfumes hasta el más sutil de los erotismos, todo ello para vivirlo con la complicidad del compinche perfecto. Y por último está el Negro, ese negro color de hormiga, el color de la muerte, de la locura, la perversión, y el crimen... ese negro que nos lleva de nuevo al rojo pasional y sanguinolento.... y vuelta a empezar. Se trata de un circulo perfecto sin fin. Estoy segura de que todos vamos a disfrutar con su lectura, porque no solo de amor vive el hombre.
- Escritor
- Mara Marley
- Materia
- (F) Ficción y temas afines
- Idioma
- Castellano
- EAN
- 9788494968655
- ISBN
- 978-84-949686-5-5
- Páginas
- 168
- Ancho
- 15 cm
- Alto
- 21 cm
- Edición
- 1
- Nivel de lectura
- Lectura recreativa
- Fecha publicación
- 14-11-2019